lunes, 6 de junio de 2011

Está felí

Le cuento a algunos que por ahí discuten a Martín Palermo, como para que sepan de quién hablan:
Tiene 37 años y se está retirando, anotó 14 goles en lo que va de la temporada (sólo hay 3 que los superan: Stracqualursi, Silvia y Cámpora), después de su mala racha (coincidente con la de todo el equipo) tiene casi 1 tanto por juego de promedio, jugó los 36 partidos de la temporada (no como otros que no sé si atinan a llegar a la mitad), tiene 307 goles oficiales en su vida (los extra oficiales se los regalo), es el máximo goleador de la historia profesional xeneize y el 5to goleador de la historia de AFA igualando recientemente al senil José Francisco Sanfilippo.

Síganlo discutiendo, mientras los números hablan por sí solos. Como dice Román Iutch, "son inapelables". Seguramente a partir de junio el torneo apertura nos verá extrañándolo, algunos a viva voz, otros desde la penumbra del silencio hipócrita.
Quedaría hablar de su faz humana, pero prefiero circunscribirme a la ausencia de comentarios receptados por quien se la da de líder que, consecuentemente, ni siquiera aparca el auto donde los demás. Salvo que tengamos en cuenta los dichos de señores que gozan de gran humildad y reputación como Marcelo "Chelo" "Ñandú" "amigo de" Delgado y el "Chino" "Pollo" Benitez.

Quizás en la ultima practica se le dé al Titán por ponerse auriculares, pero tal vez como gustito personal de escuchar los relatos de su inconmensurabilidad goleadora.

Mi humilde homenaje desde estas letras. Yo ví y BANQUÉ siempre a Martín Palermo.

domingo, 5 de junio de 2011

Heroe del Asfalto

Llega un momento en el que uno se para en la cancha, pisa la pelota, y mira a los costados en busca de alternativas. El que tiene la capacidad de hacerlo, bien debe saber que es importante aprovechar lo que de allí surge, ya que andar por la vida para donde ella te lleve sin parar la pelota en momentos que lo ameriten, puede ser peligroso.

Venimos de la adolescencia con ciertos paradigmas de cómo manejarnos en la vida, como de hecho venimos haciéndolo, pero un conocido refrán dice algo así como no hagas siempre lo mismo si no querés que te pase siempre lo mismo. Entonces es ahí dónde uno no unde el botín en la redonda para patear hacia adelante, sino que apoya suavemente los tapones sobre el cuero, y piensa ¿ésto está sirviendo? Las amistades, si bien son las mismas, mutan a través del tiempo en salidas circunstanciales para pasar un buen momento nocturno, sin perjuicio de estar (como habitualmente se dice) en el momento necesario. Aparecen las novias, con etiquetas de quizás futuras damas de compañía eterna, y los solteros somos.... los solteros somos los que seguimos en esta autopista sin carteles de vialidad, donde no vemos bajada hacia la urbanidad donde hacer alguna parada placentera, sino sólo algunos rocanroles de camino que nos hacen pasar unos gratos kilómetros en la noche porteña. Es ahí donde comienzan las dudas, tal vez infundadas llegando a un cuarto de siglo de edad en esta vida... Pero que son incógnitas, lo son. ¿Existe en esta carretera el cartel de bienvenida donde decida dejar el auto en punto muerto y dejarme ahondar en una nueva y seductora plaza? Por lo pronto, sólo levanté el pié del acelerador en el carril de la derecha, y no porque esté aproximándome a alguna bajada.
Ya es el momento donde los caminos comienzan a delinearse, el grupo de amigos ya va tomando forma, hacia dónde van a ir sus vidas, ya no se presta tanta atención en qué se va a hacer el fin de semana, cita obligatoria de otros tiempos con la banda del barrio. Quizás se pierde ese enojo sano de no saber qué es de alguno del grupo en forma ininterrumpida. Las aguas comienzan a marcarse. ¿Será momento de tomar alguna decisión? ¿Habrá que dejar a la vida hacer de las suyas, que nos dé eso que nos tiene preparado, y soltar las estrategias, preguntas y repreguntas?.

Algunas veces voy por el carril de la izquierda, a toda velocidad, con las luces bajas y la iluminación tenue de la ruta, otras me corro a la derecha, sin punto medio. Aunque a veces duermo en la banquina... Siempre con mi música, con mi rock a todos lados, ese que nunca voy a dejar, aquél que me sacude el cuerpo y me purifica el alma, ese que no es una sombra, si no que se personifica en cada riff que trasciende mis oídos... Sólo resta saber cuándo vendrá la canción primitivia, y no tener más sobre mi corazón una cabeza.

Quizás hay que relajarse y continuar en este viaje así, como vaya saliendo... Confiar en que la ruta sigue más allá de las luces de la autopista y dejar que el cartel de Bienvenidos aparezca, o se siga escondiendo y encontrar en los kilómetros un nuevo destino. El asfalto está cada vez más duro, pero yo camino igual, aunque ahora paré a cargar nafta. El motor ya corcovea...