viernes, 7 de enero de 2011

Rambón

Buenos días, buenas tardes y buenas noches. Saludo, por educación, ya que estamos ante un nuevo año blogguero. Estas líneas son, quizás, para algunos que no me terminan de entender tanto en alguna cuestión en particular, todavía me lo discuten, o más aún me dicen "enfermo". Ojo, lo acepto. Pero tal vez viéndolo plasmado, ayuda un poco a eliminar el último mote.
Cómo no creer en esta deidad viviente, si es quien hizo, entre sus cosas mínimas y más básicas, traerme al mundo. A partir de allí... una inmensidad tras otra. Algunos dirán, como me han dicho, que tuvo un gran error por el que tuve que pagar algunos años de salud y corte de adolescencia prematuro. Pero les respondo que, gracias a éso, me demostró que es humano, de lo contrario, estaríamos ante algo paranormal. Él también se equivoca.
Cómo no recordar y dibujarse una sonrisa en mi rostro cuando se nos pone en la cabeza cambiar alguno de los dos autos. Somos Rambito y Rambón: él chamuya, yo chamuyo... él analiza unas cosas, yo otras... yo negocio, él la pelea... somos como dos chicos en busca del juguete más preciado. Compartimos las mismas pasiones. Quizás estamos hablando del tema más interesante de la semana, pero instantáneamente puede quedar interrumpido por un "uuh... mirá esa nave", haciendo clara referencia a un fierro.
Cómo no sentir éso que no puedo explicarles, que solo siento, si cuando vivíamos lejos recorrió 700 km solo para mirarme a los ojos, porque sabía que yo estaba hecho trizas. Unicamente mirándome, ya me arreglaba, podía continuar. Cayó de sorpresa, de la nada, como un meteorito en plena Ciudad de Buenos Aires, para tomarse un café conmigo, estrecharme un gran abrazo y darme la rueda de auxilio que me faltaba. Jamás le había dicho una sola palabra de cuánto lo necesitaba, sin embargo, él lo supo.
Cómo no aplaudirlo de pié, si es un personaje... que mis amigos le digan "Guille", en clara alusión al actor y personaje de Los Argento, nos potenciamos cada vez que emprendemos alguna aventura juntos. Aventura, llámese cualquier menester que nos haga abrir la puerta de calle juntos, desde lavar el auto hasta ir por alguna compra... Ese mismo que un día me dijo "mandá un CV acá....". Tan simple como éso, resultó ser el trabajo más importante de mi vida, hasta hoy.
Cómo no sentir un tremendo orgullo sobre mi pecho cuando pienso en él, si ésto que les cuento, además, es mutuo. Una semana exacta atrás, post brindis de las 00 hs., nos fundimos en un gran abrazo, donde ambos nos emocionamos y las palabras no tardaron en vertirse... momento muy especial. Somos dos personas dificilísimas de soltar lágrimas. Pero ese momento, fue pura espontaneidad, y se escaparon... Es mi debilidad, y siento que yo también lo soy para él.
Siempre compañero, siempre presente, siempre amigo, siempre personaje, siempre grande, tan grande como el cielo y las montañas, y tan pequeño como una gota de rocío cuando lo tengo conmigo. Estoy completamente seguro de que cuando alguno de los dos se vaya de este mundo, el que quede en la Tierra va a vivir conectado con el otro.
Mi misión es rendirte homenaje en vida, todos los días, a partir de tus largas enseñanzas... Este 2011 comienza con una gran y nueva etapa para mí. Va dedicada a vos, Checho. Engo. Narigón. Pelado. Loco. Colo. Viejo. Papá... GRACIAS.